Corazón de la Tierra de Campos, la esquina más septentrional de Valladolid guarda entre sus infinitos trigales un encantador rosario de palomares supervivientes de una arraigada cultural rural.
Como góticos -o gordos-, en alusión a sus primitivos ocupantes, se conocen los extensos campos secularmente cerealistas que ocupan parte de las provincias de Palencia y Valladolid, extendiéndose hasta un par de rincones zamoranos y leoneses.
Transitando la ruta Tierra de Campos o la ruta de los Montes Torozos los encontramos la mayoría vestidos de adobe, como mandan los elementos, de muy diversas formas: circulares, cuadrados, poligonales, en forma de herradura; también de distintos tamaños y características, como palomares con patio, palomares con ornamentos; unos lujosos y otros sencillos, todos destinados a dar cobijo a alguna de las dos especies de paloma que viven en la región: la paloma zurita y la bravía.
No dejemos esta bella región sin probar los manjares representativos de sus cultura: el pan de candeal, tierno y blanco, y el palomino o pichón de nidal, que admite diversas preparaciones; acompañados con un tradicional queso de oveja y un vaso de buen espumante de elaboración artesanal.